Este Feurich no es un piano más. Es una pieza única, restaurada y seleccionada personalmente por Fernando Brinkmann, con más de 35 años de experiencia en el arte de revivir los mejores pianos del mundo.

Lustrado a nuevo, a muñeca, por uno de los mejores lustradores del país —un oficio en extinción que en este piano encuentra su máxima expresión.
El enchapado en raíz de nogal tiene una chapa profunda, viva, de esas que ya no se ven.
Su tabla armónica de abeto macizo, intacta, vibra con una riqueza tímbrica que solo se encuentra en los grandes instrumentos fabricados en la época dorada de la construcción de pianos.

Con sus 138 cm de profundidad, este modelo mignon es perfecto para espacios reducidos, sin resignar potencia ni carácter.
Una joya alemana que suena tan bien como se ve.

Si buscás un piano con historia, alma y presencia… este Feurich te está esperando.